domingo, 12 de septiembre de 2010

Historias y Mitos sobre Fantasmas

Cazafantasmas en Escocia... 

Fenómenos "extraños" y "paranormales" acontecen en el castillo de Edimburgo, Escocia, certificó el director de una misión de 250 voluntarios "cazafantasmas" tras 10 días de exámenes en sus misteriosos subterráneos.

Algo insólito vive en las galerías del castillo", afirmó Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertforshire, al valorar la misión, aunque reconoció que no consiguieron atrapar a ningún espíritu errante. Las telecámaras instaladas en los sótanos del castillo registraron imágenes infrecuentes: lámparas de luces y manchas verdes que aparecían inesperadamente y sin explicación, según explicó el jefe de la "misión cazafantasmas". Si bien ningún "cazafantasmas" regresó con un espíritu "encerrado", Wiseman afirmó que "los resultados obtenidos hasta ahora son muy atrayentes".

Asimismo -comentó el profesor- lo que realmente fue desconcertante es la experiencia de una joven "cazafantasmas" que se encontraba en una de las habitaciones elegidas -según la leyenda- por los fantasmas de Edimburgo. Seguidamente la voluntaria -que es una persona generalmente racional- empezó a decir que sentía ahogos y que estos eran cada vez más intensos", dijo Wiseman.

Conforme a la leyenda, los fantasmas oficialmente "domiciliados" en el castillo de Edimburgo son una chiquilla muerta por la peste, que aterroriza a los excursionistas con su cara deforme, un hombre que se divierte murmurando frases amenazadoras a los visitantes, un simpático zapatero que en cambio le gusta palpar los zapatos de quien invade su territorio. Wiseman hoy por hoy se encuentra analizando una serie de informaciones científicas en los sótanos. "Estos fenómenos podrían ser sólo provocados por una corriente de viento frío y humedad. Lo que es extraño es que las indicaciones de los voluntarios sucedieron casi todas en los puntos en las que según la usanza estarían embrujados, a pesar de que ninguno de nosotros previamente al experimento haya tenido un gran conocimiento de la superstición que circula en el castillo", sostuvo el jefe de los cazafantasmas.

Autopistas Fantasmas... 

El 20 de mayo de 1981, cuatro jóvenes amigos que se ven bastante a menudo, deciden ir a dar una vuelta en coche a Palavas. Son aproximadamente las once de la noche.
Hacia las doce y media, inician el retorno a Montpellier en un Renault 5 rojo de dos puertas. Las dos chicas van detrás, los dos chicos delante, la radio suena muy alta.
A la salida de Palavas, en dirección a Montpellier, entre el cruce y la gasolinera, ven a una señora haciendo autostop. Aparenta tener unos cincuenta años, lleva un impermeable blanco hasta la rodilla y un pañuelo, también blanco, en la cabeza.
El conductor, M. M., propone recogerla y para el coche unos metros más allá. El pasajero de delante, M. L., se dirige a ella en estos términos- "Vamos hacia Montpellier. ¿Le viene bien?" Por toda respuesta, la señora sonríe y se dirige al vehículo. M. L. se apea, baja el asiento delantero y la dama se coloca entre las dos chicas en el asiento de atrás. El vehículo arranca, atraviesa el puente en dirección a Montpellier y llega a la intersección de la carretera de Villeneuve- les-Maguelonne, en un lugar llamado Pont-Vert, donde la carretera de Montpellier presenta una curva bastante pronunciada.

En ese momento la autostopista grita: "¡Cuidado con la curva!" Su voz suena más alta que la música de¡ coche. El conductor, sorprendido, reduce la velocidad y al igual que el resto de los pasajeros, fija su atención en la carretera. Es entonces cuando los gritos de las dos chicas les obligan a volverse a mirar hacia atrás: la señora recogida en autostop ya no está en el coche.
Después de unos segundos de sorpresa y de duda, M. M. acelera y se dirige a la comisaría de Montpellier, donde relata su aventura una hora después.

Esta historia, extraída de un informe redactado a finales de mayo de 1981 por el inspector jefe de la Comisaría central de Policía de Montpellier, y recogida por los medios de comunicación, se ha difundido ampliamente en Francia. Forma parte de las leyendas locales y se transmite desde la más tierna infancia, puesto que circula ya -con algunas variantes- entre los escolares de primaria. El "asunto de la Dama de blanco de Palavas" corno lo llamó la prensa, apasiona a los amantes de las historias insólitas. Se trata, en efecto, del testimonio de una experiencia vivida -la policía no ha podido demostrar que se tratara de una broma o de una alucinación por drogas- pero a la vez es un relato con numerosos rasgos legendarios característicos de la leyenda tipo "el autostopista que se desvanece" (The vanishing hitchhiker) o "el autostopista fantasma" estudiado por los folkloristas de todos los países desde hace unos cincuenta años. El análisis de este conjunto, desde las publicaciones universitarias pioneras de Beardsley y Hankey (1942 y 1943) hasta la obra de Jan Harold Brunvand, The Vanishing Hitchhiker (1981), que ha dado a conocer al gran público el concepto de leyenda urbana, ha desempeñado un papel central en la aparición de la noción de leyenda contemporánea. La influencia del modelo legendario está muy clara en las variantes de la historia de Palavas que de alguna forma, la complementan. Así, mucha gente cuenta que la Dama de blanco -la expresión forma ya parte de la reconstrucción legendaria de la narración- sería el fantasma de una mujer muerta en un accidente de coche en el mismo lugar en que desapareció.

A pesar de la aridez y de la objetividad del informe policial, los rasgos legendarios o susceptibles de ser "incorporados" en la leyenda, se perciben claramente: la aparición se manifiesta a medianoche, hora propicia para los fantasmas; los lugares de aparición y desaparición se sitúan cerca de cruces de' carreteras y puentes, lugares tradicionalmente escogidos por las criaturas sobrenaturales para manifestarse (estos lugares simbolizan un "paso" entre el aquí y el más allá); finalmente "la mujer de blanco" corresponde a una figura clásica entre los seres fantásticos del folklore europeo. Dos temas estructuran la narración: la desaparición inexplicable y el anuncio del peligro que representa la curva. Las variantes añaden un tercer motivo: se identifica a la mujer como una aparecida.

La gran variedad de narraciones de autostopistas fantasmas hace difícil la elaboración de una tipología satisfactoria. Se puede sugerir la idea de que las historias se construyen alrededor de una constante (un viajero que se hace cargo de un desconocido) y de uno o dos aspectos (la desaparición y/o el espectro) a los cuales se añade a veces, el del anuncio. Una modalidad más que un aspecto de la narración concierne al anonimato del autostopista o, por el contrario, su identificación con una figura cultural (entidad fantástica, santo, divinidad).

El tema de la misteriosa desaparición del autostopista se encuentra muy a menudo en las historias de autostopistas fantasmas, de ahí la expresión vanishing hitchhiker utilizada por los estudiosos del folklore americano. Las historias dan varios detalles que hacen inexplicable esta desaparición: el coche va rápido y sin pararse; las portezuelas permanecen cerradas; el autostopista se pone el cinturón de seguridad; está sentado en el asiento trasero de un coche de dos puertas (como en el caso de Palavas donde, por añadidura, la autostopista se encuentra entre dos pasajeras). Las narraciones insisten sobre la materialización de la aparición: "Podíamos sentir el contacto de su piel y el calor de su cuerpo", declararon las jóvenes de Palavas a unos periodistas de France-Dimanche. El autostopista deja a menudo tras de sí algo de ropa, un objeto, una huella, un olor, testimonio de su presencia temporal. Se quiere resaltar el hecho de que el autostopista no es una alucinación, e incluso si el aspecto del "aparecido" interviene, no se describe al misterioso pasajero como un fantasma impalpable, impreciso y flotando en el aire.

En cuanto a los mensajes de peligro se trata de un tema que no aparece aislado; se asocia siempre a uno u otro de los otros dos: desaparición y/o aparecido, o a ambos. Su misión consiste en conferir validez al mensaje anunciador mediante un fenómeno extraordinario. El anuncio se presenta bajo tres variantes tipo, ya sea de interés individual, regional o mundial: puesta en guardia del conductor contra un peligro de la carretera, anuncio de una catástrofe o profecía del fin del mundo.

He aquí otro ejemplo recogido por el investigador italiano Paolo Toselli en 1990: En febrero de 1977, dos jóvenes viajaban entre San Colombano y Lambro, con una niebla espesísima muy propia de esta región. En el arcén de la carretera vieron a una viejecita que hacía autostop. Se pararon y la instalaron en el asiento de atrás. Entre un suspiro y una tos, lanzó una terrible profecía: "No piséis Milán la tarde del día 27. Habrá un gran temblor de tierra que destruirá la mitad de la ciudad". Al volverse para ver a la mujer, vieron que ya no estaba allí, que había desaparecido. En el asiento quedó un carné de identidad que resultó ser de una persona muerta diez años antes.

En esta leyenda tan completa se acumulan los tres temas: el de la anunciación, la desaparición y la aparición. La viejecita no es un personaje conocido, pero puede evocar a la Befana, anciana vestida de negro del folklore italiano que se aparece entre la Epifanía y el martes de carnaval, es decir, en febrero, para traer regalos a los niños.

A principios de los años setenta, en las autopistas americanas, un autostopista fantasma, vestido de blanco y aire hippie, anunció la venida de Jesús a la Tierra. Frédérie Durnerchat cita varias historias de autostopistas profetas desde la Segunda Guerra Mundial (anunciando el final del conflicto) hasta nuestros días (anunciando el fin del mundo).

Muy pocas veces el autostopista fantasma supone una señal de desgracia para el automovilista. En 1984, la investigadora inglesa Gillian Bennett señaló el subtema del autostopista que provoca un accidente. Una de mis estudiantes, que se interesa por la "Dama de blanco de Montagnac", ha recogido algunas narraciones en las que la autostopista profiere un grito, no para prevenir al conductor de la existencia de una curva peligrosa, sino más bien para provocar un accidente en el lugar en que ella misma encontró la muerte.

En el relato legendario, el tema implica un desarrollo narrativo mayor que en los temas precedentes, ya que se necesita "probar" que el autostopista es un aparecido. Citemos las variantes más frecuentes: el autostopista ha dado una dirección (la de sus padres o la del cementerio) y, al dirigirse allí, el conductor se da cuenta de que ha transportado a un aparecido; una indagación posterior en la comisaría o entre los vecinos revela que el autostopista ha muerto; el autostopista deja un objeto que permite identificarle (carné de identidad); excepcionalmente, el autostopista declara él mismo que se ha matado en un accidente.

Frédéric Dumerchat ha recogido diversos relatos de los años cincuenta y sesenta. Veamos un ejemplo: "El primo de un amigo, un joven de 25 años, recogió en su Vespa a una chica autostopista, yendo a Estrasburgo. Se sintió invadido por un frío desagradable. La dejó delante de una casa a la que regresó unos- días después porque le había resultado atractiva. Le recibió un hombre mayor que le enseñó una foto y el muchacho la reconoció. Ella había muerto cinco años antes y él era la segunda persona a la que le sucedía lo mismo".

La impresión de frío y la reaparición del fantasma en los mismos sitios son característicos del aparecido.
En una variante más macabra, la autostopista y el joven toman café juntos y la joven se echa una mancha en el traje; posteriormente, al abrir la tumba se descubre que la difunta tiene el traje manchado de café.
A menudo, pero no siempre, la muerte es accidental (accidente de coche) y/o prematura (persona joven). A veces estos relatos minimizan, incluso ignoran los temas de la desaparición inexplicable y el de la anunciación.  

El tema de la desaparición convierte a estas leyendas en historias insólitas cuyo mensaje implícito es que lo extraordinario puede surgir en la vida cotidiana. Los relatos tienden, además, hacia la literatura fantástica, con una puesta en escena apropiada: noche de invierno, lluvia o bruma, medianoche o mediodía, que es también la hora de las apariciones como lo ha recordado Roger Caillois en Les Démons de Midi (1991). En las sociedades tradicionales, el misterioso pasajero tiende a ser identificado (aparición, divinidad) mientras que el anonimato del fantasma -recordemos que la palabra fantasma no significa necesariamente "Aparición"- parece más frecuente (como en el caso de Palavas) en la cultura moderna donde lo extraordinario y lo paranormal ya no forman" parte de las creencias mágico-religiosas.

Por el contrario, el tema del aparecido ''prolonga hasta nuestros días una creencia tradicional, aun- que todavía sea minoritaria en las sociedades occidentales. Entre los mejicanos de Tejas, una autostopista fantasma se identifica con la figura de una aparecida legendaria, "La Llorona", fantasma de una mujer que se aparece en los lugares donde, después de haber sido abandonada por su marido mató a sus hijos por venganza. El mensaje implícito en las historias de autostopistas fantasmas es, en este caso, el de probar que los aparecidos existen. Según ha comprobado Cesar Bermani, estas historias explotan temas morales diversos: fidelidad o venganza más allá de la muerte; expiación de una falta cuya condena es la de aparecerse en unos lugares concretos; más vale la muerte que la deshonra. Bermani interpreta en este sentido el detalle del traje manchado que simbolizaría la pérdida de la virginidad.

El tema de la anunciación, como se ha visto se une a las leyendas que incorporan a visionarios. De forma general, ya se trate del anuncio de una curva peligrosa, de una muerte próxima o del fin del mundo, este tema afirma la realidad del Destino. Incluso si estas creencias son menos religiosas -la Providencia- que antaño, la idea del destino y sus signos precursores permanece sólidamente anclada en la mentalidad moderna.

Por último, la carretera y el autostopista tienen una carga altamente simbólica. La carretera ha sido siempre un lugar de aventura, de encuentros extraños (desde los diablos y las hadas hasta los extraterrestres), así como el símbolo del Destino. Se asocia a la angustia por la muerte: esta es la razón por la cual los muertos en accidente de carretera se convierten en divinidades protectoras. En cuanto al autostopista, es el desconocido, el extranjero que puede resultar simpático o antipático, benéfico o maléfico.

Más que ninguna otra leyenda contemporánea, la historia del autostopista fantasma se encarna en múltiples géneros: historia acaecida al amigo de un amigo, rumor, mentira o broma, ficción literaria, experiencia vivida por un testigo identificado. Porque las narraciones de autostopistas fantasmas se remiten las unas a las otras, tienden a constituirse en serie legendaria, en mitología contemporánea -como el triángulo de las Bermudas, los ovnis, el yeti- donde se solicita más lo "sobrenatural" que en las leyendas contemporáneas propiamente dichas. La coexistencia de la experiencia vivida y de la leyenda -de las cuales algunos acontecimientos son rumores sin fundamento- plantea un problema crucial: ¿está la experiencia en el origen de la leyenda o proporciona la leyenda datos a la experiencia? Bertrand Méheust propone una nueva vía de investigación al considerar la mitología corno un sistema de interacción entre "vivencias" y "representaciones culturales", la ausencia de uno o de otro de estos dos términos arrastraría la muerte de esta mitología. Tornando del etnólogo Michel Boceara la expresión, Méheust habla de "vivencias místicas". No hay ninguna duda de que, en este campo, merece la pena profundizar en la noción de "vivencia legendaria'.

Algunas Fotos de Apariciones


    

1 comentario:

  1. Gracias por investigar acerca de estas hstorias y transmitirlas. Saludos desde México. Carolina

    ResponderEliminar